El misterio de los hijos de Lúa by Fina Casalderrey

El misterio de los hijos de Lúa by Fina Casalderrey

autor:Fina Casalderrey [Casalderrey, Fina]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


15 La cámara de vídeo y el baño

HACE poco que papá compró una cámara de vídeo. ¡Bueno!, poco no, hace bastante. Fue antes de las vacaciones. Y Quin, que ya sabe manejarla, grabó a Lúa de muchas maneras.

Por ejemplo, la grabó un día que la bañamos por la mañana. Era verano y hacía mucho calor. Fue cuando cogimos el champú de papá, que es diferente del nuestro porque papá es alérgico. Eso quiere decir que si se lava con nuestro jabón de ducha se pone lleno de ronchas. Se parece a mí cuando tuve el sarampión, y se le hincha la cara como si tuviera paperas. Quin las tuvo, y se le puso la cara como si se hubiera metido en la boca una tableta entera de chocolate.

Como teníamos miedo de que a Lúa le pasara lo mismo, la lavamos con el de papá, que dice: suave y neutro.

Llamé a Blanca para que viniera a ayudarme, por si se escapaba o algo. Hicimos como papá cuando lava los platos con el detergente líquido (que quiere decir que es como el agua). En un barreño pusimos agua templada con el champú, y en otro, agua templada sola.

Quin empezó a grabar y yo acaricié a Lúa suavecito, suavecito. Primero le metí las patas en el agua y no se escapó. Creo que le gustaba. Como estaba quieta, me puse a lavarla por todas partes menos por los ojos. A mí también me pican si me entra jabón en ellos. Después la metí en el agua limpia, y entonces quería escaparse, pero la agarré por el rabo y no pudo.

—Blanca, acércame esa toalla de la playa que está ahí puesta a secar.

—¿Y tu madre te deja?

—Pues claro. Después la volvemos a colocar en el tendedero y ya está.

Entre los dos la secamos muy bien. Se le pusieron los pelos disparados. Y debió de ser por eso por lo que Lúa también salió disparada en cuanto 1a soltamos. Pero enseguida volvió.

Cuando me tumbo en la hierba, ella viene corriendo a mi lado y me muerde el pelo. Yo la dejo hasta que me tira fuerte o me hace cosquillas.

El agua con champú la tiramos debajo de la viña. Parecía chocolate chocolate. La del otro barreño también la tiramos, pero no era chocolate, era café con leche.

Después los dos nos peleábamos por coger a Lúa en brazos porque olía de maravilla, no como la casa del calvo. Pequeños fuera, pequeños fuera... ¡Pobres gatitos! ¿Dónde los habría metido?

El panoli de Quin puso en casa el vídeo del baño de Lúa. Mamá lo vio y me pescó secándola con la toalla de la playa. Nos riñó mucho. Otra vez se puso histérica.

—Los gatos ya se lavan solos. No necesitan de vuestras valentías.

Pues si somos valientes, que es verdad, no sé por qué nos gritó tanto. Y será cierto que la gata se lava sola, pero el agua quedó... ¡puag!

La verdad, es cierto que Lúa siempre se está lamiendo la pata. Lame, lame y después se la pasa por la cara.



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